A MEDIA LUZ

A media luz,
con un pie en la sombra
y otro en la penumbra.
Así camino.
Los ojos en la miseria,
mi voz donde retumba,
el corazón en la cruz.
Mis manos a tientas
por tu cuerpo de mujer desnuda
caminito del sur.
Luces de bohemia,
tónica y ginebra,
la Luna, el Mundo y, después,
Tú.
Se paga mal al profeta
cuando su palabra inquieta
más de un corazón,
y con razón dirán
que le tienen que callar
antes de que le hagan caso.
Que en esto de la razón
es digna de mencionar
la profesionalidad de los malos.
Y no me callo.
Porque no puedo.
Porque lo exige el mundo.
Porque lo quiere Jesús el Nazareno.
Que ser poeta
no es un vicio
sino una responsabilidad,
y a tientas,
entres sombras
y luces,
sólo me queda avanzar.

CAFE GIJON

Bohemios de a tres euros veinte el café,
bufanderos sin bufanda,
poetillas de salón.
En el Café Gijón si no eres un clásico
no te atienden bien.
"Puede sentarse, si le gustan,
allá, junto a los poetas,
en la columna".
Nunca me gustaron las primeras filas
ni ver los toros desde la barrera.

Tras la oportuna advertencia de
"no dé de comer a los vates",
con mi librito de Introducción a la Bohemia
a mi vera
y un café que llega media hora tarde,
comienza el espectáculo.
Cantan a la utopía sin pasión,
recitan el vuelo de un pavo real.
Afuera el frío acosa a un hombre con hambre.

Dos sorbos.
El café no es malo.
Siguen leyendo versos en fila india,
entre medias se cohibe el aplauso
(igual, simplemente, es que no es necesario).
Afuera, en la calle, el frío del sistema
exige versos encarnados,
poetas que tengan callos en las manos.
(...)

ADVERTENCIA

Nótese
que donde dice:
"Ella le da una charla
acerca de lo que hacer con su vida
para ser más feliz",
él sólo necesitaba
un abrazo.