DOCE ESTACIONES
Sentado en la primera fila
me rebotan notas y cuerdas de arco.
Música tonal
que me atraviesa el pecho, me
vacía las entrañas.
Soy la caja de resonancia
de la banda sonora de mi vida.
Ahora ya sé que nunca volverás conmigo
(que nunca volveré contigo)
que "a tu lado" es una mentira,
un recuerdo amargo y confuso,
un imposible.
Y, al parecer, estaba claro desde hacía mucho
tiempo.
Pero estoy tan ciego entre soles negros
y sombras claras
que miro y creo ver invisibles y
gaviotas.
Como una Venecia sumergida
escarbo entre miserias propias y
ajenas,
pozos de espejos vacíos y risas.
Recuerdo besos, paisajes y luchas
y no te encuentro.
Recuerdo noches, caminos, versos
y no te veo.
Te quise.
Te quise mucho. No sé si te quiero.
No sé si se puede querer lo que ya no se
tiene.
Doce estaciones, un violín y una sola melodía
y ya sé que no volverás a mi lado.
Entre caladas de Ducados, que me matan,
escupo esperanzas, invenciones, proyectos.
Como un Ulises desahuciado
me impongo
arrastrar mis soledades por
otros horizontes. Distintos. Más limpios.
Huir de la razón y del daño.
Me quisiste.
Me quisiste mucho. No sé si me quieres.
No sé si ahora quepo en tus horarios.
El poeta que escribe esto
no es el que acariciaba el mar
bajo las olas de tu cuerpo en Cambrils,
el que se enfrentaba al estruendo mudo
del océano
con una línea de oro en tu espalda,
el que construía presentes de arcilla,
pecho firme,
pasión en las manos,
el que llevaba el mundo en los brazos
y era pan y leche y vino.
(¿Dónde está? ¿quién le mató?)
El poeta que escribe esto
es el que se quedó a la orilla de
tu nostalgia,
el desbancado de tus pechos y tus
ojos amarillos,
las manos muertas,
el sueño perdido,
el que creyó que el amor era más
fuerte,
el que, arrastrado por lodos, tabernas y
calles,
huele a alcohol, a sudor, a delirios.
No quepo en tu felicidad
y
Hubiera congelado el tiempo a tu lado.
Hubiera muerto y resucitado cada mañana.
Hubiera aguantado, joder, hubiera aguantado.
Pero el otoño ya ha tirado al suelo
todas nuestras
hojas
y parece que, así, todo tiene más sentido.
Hoy, cuando me acueste, me dormiré
contigo y estaré solo.
Y puede que llore, porque te echo
de menos.
Si te llamo mientras esté soñando,
y si mientras estás soñando tú me oyes,
no respondas
que tal vez prefiera imaginarme
que ya me has olvidado.
Que tal vez prefiera creerme
que todo se ha terminado.
6 Comments:
Al igual que en el anterior, este poema ha sufrido alguna leve modificación de estilo desde que lo subí anoche. Por si le interesa a alguno de los lectores de este blog de masas. Un beso.
Amigo, las cosas a veces son así, o las hacemos así.
Estos versos me gustan -no te negaré que casi todos los que había leído hasta ahora no-. Nacen desde lo hondo y eso los hace buenos.
Sólo intuyo lo que te ocurre por lo que vas publicando. Adelante, no te dejes caer -no que no caigas, sino que no te dejes-.
Al principio parece que el mundo entero se derrumba, pero no es cierto. También parece que te vas muriendo poco a poco, pero tampoco es cierto. Estas cosas pasan y se pasan. Y te pasan ahora con ¿treinta?, pero pueden volverte a pasar mañana con cincuenta, un par de críos y una hipoteca.
A veces, lo más duro del desamor no es no poder amar a quien se quiere, sino encajar que aquel a quien se ama no nos corresponde. No sentirse amado. Ese es el momento de ser muy hombre, muy ser humano, pero un ser humano que, sin desterrar sentimientos naturales, se muerda el labio, apriete los dientes, respire hondo y siga su viaje en busca de la felicidad propia y ajena.
La vida sigue saliendo al encuentro: no la hagas esperar.
Me has hecho llorar, joder.
Tus poemas, tus versos, son pequeños espejitos en los que me veo reflejado.
Gracias.
Y como siempre te digo: sigue escribiendo.
tus deseos son órdenes...
escribes tan triste, mi amor, tan triste... son tus poemas más tristes (y más bellos) que nunca y me duele tanto tu dolor y tu lejanía me duele aún más que quiero robarle horas al día para ir a verte y llevarte en una cesta de mimbre toda la esperanza y pintar flores de tiza en tus paredes, quiero robarle horas al día para pintar tu vida de marrón chocolate, quiero robarle horas al día para visitarte de madrugada y que tus noches no sean tan frías porque tu frío se me mete en los huesos y me quedo triste como tus poemas tristes y bellos, más bellos que nunca pero el día guarda bien sus horas o yo tengo poca picardía
y si hay pocos comentarios es porque aquí sobran las palabras, mi amor, sobran, y uno simplemente se queda mirando la pantalla con los ojos húmedos... y eres tan valiente... tanto...
te quiero, Míguel...
...y mucho
;-D
Ay amigo! Cuando un corazon se rompe es inutil guardar los trozos...
Pero es cierto que algunos los cabas encontrando mas tarde, donde pensabas que ya habias limpiado.
Ultreya, peregrino.
Publicar un comentario
<< Home